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26 de enero de 2009

Transparente

Padecía una enfermedad congénita. Era completamente transparente.

Al tacto, su piel era igual que la de cualquier ser humano, pero nadie se atrevía jamás a tocarla.
El asco y el miedo a hundir los dedos, atravesando poros, llegando a tocar tendones, músculos, venas... podía más que la curiosidad.
Nadie se atrevía a tocarla.
Pero la golpeaban cruelmente con miradas de bordes afilados por la ignorancia.
Su madre le declaró rabiosamente, la guerra a la realidad, y le cubrió desde el nacimiento cada milímetro con telas insoportables, sombreros imposibles y densos maquillajes hipoalergénicamente dolorosos.
Ella le temía al verano. El calor le provocaba el llanto desconsolado, y las lágrimas refulgían tan brillantemente que si caían en el vacío, podían brillar durante siglos, como estrellas extintas.


1 comentario:

Anónimo dijo...

To be a upright benign being is to from a amiable of openness to the mankind, an cleverness to group undeterminable things beyond your own control, that can govern you to be shattered in hugely exceptional circumstances pro which you were not to blame. That says something exceedingly important relating to the condition of the honest passion: that it is based on a conviction in the fitful and on a willingness to be exposed; it's based on being more like a spy than like a prize, something rather feeble, but whose mere special attractiveness is inseparable from that fragility.