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16 de febrero de 2009

Literatura y entrevistas

En Onda Cero con Carmen Paul y Luis García Gil.


De unos años para acá he tenido la buena suerte (sí, seguro que sí) de ser entrevistada en algunas ocasiones para algunos medios de comunicación, lo cual es de agradecer a la hora de promocionar, desde la humildad, lo que una hace.

Casi siempre ha sido una experencia positiva, gratificante y divertida, además de un alimento bastante sano para el ego.

Pero lo más interesante no es que te pregunten acerca de tu vida y las intenciones que tienes a la hora de escribir. Lo realmente enriquecedor de que te entrevisten son aquellas cuestiones que llegas a plantearte tú, y que te llevan a lograr una visión diferente de cuáles son tus objetivos vitales. Se adquiere perspectiva.

Cuando escribo un poema, un cuento o un post en este blog, no me pregunto de manera consciente para qué escribo, cual es mi objetivo, o a que corriente literaria pertenezco, o qué es realmente lo que me influye.

Cuando escribo lo hago respondiendo a un impulso intuitivo, instintivo y natural. Es más una necesidad ética que estética, ética para mí misma para llegar a los demás.
Si bien es cierto que detrás del impulso, llega la razón, y el trabajar el texto en concreto para obtener un resultado satisfactorio, aunque esa satisfacción no llega jamás si se habla de literatura, porque un texto jamás está cerrado del todo y siempre es susceptible de variaciones, y transformaciones que lo hagan convertirse, algunas veces, en una obra completamente diferente.
Si me preguntan si mi poesía es de la experiencia, intimista, simbolista, vanguardista o cualquier otra etiqueta, me echo a temblar.
Las etiquetas son veneno sin antídoto para las musas.
Pero es verdad que es positivo saber por dónde se camina, y qué lecturas son las que conviven contigo en el trayecto hacia el descubrimiento de tu propio carácter.

Y es a base de entrevistas, y charlas con amigos y compañeros en esto de escribir, que se descubre el camino que ha de tomarse, o al menos acercarse un poco.

Una de las más elegantes entrevistas de las que he disfrutado últimamente, hará cosa de un mes, aunque no desmerecen mis elogios, ni mucho menos las demás (memorable Encuentro con los Libros, de Onda Jerez, con el amigo Prudencio, o en Enfoque en Costa de la Luz a cargo de Montse, entre otras muchas), fue en Onda Cero, realizada por la periodista gaditana Carmen Paul y el poeta Luis García Gil, amigos ambos, y buena gente.

Obviamente, cuando se participa en un espacio dedicado a la literatura, hecho con mimo, por quien sabe de lo que habla (y se nota), te queda una sensación mucho más placentera. La esencia de las reflexiones propias cobran otro sentido.

A un poeta no se le ocurre preguntarle a otro si algún poema en concreto está dedicado a un momento de desamor, a Sultanito de Tal, o si es puro desahogo de una situación personal delicada.

Un poeta si entrevista a un compañero, y sin embargo amigo, y jamás rival, siempre sabe que el poeta es fingidor, que finge tan completamente que finge sentir dolor cuando de veras lo siente (Pessoa grande). Y jamás te pondrá etiquetas de ningún tipo. Porque conoce tu oficio, y tu sacrificio.
Esto me lleva también hacia otra reflexión más: la búsqueda de la propia voz poética. Y en esta inquietud, nueva, me veo de manera consciente ahora, gracias al consejo de mi buen amigo José Manuel Benítez Ariza, admirado escritor de oficio impecable y valiosa pluma, quien con sus observaciones, me lleva por la calle de la amargura. Pero le agradezco en el alma, este ansia de perfeccionamiento que ha sembrado en mí. Me hace ser más crítica conmigo misma, y es la única forma de crecer, dejar atrás lastres y malos vicios literarios.
La meta es encontrar ese estilo definitorio, el sello del poeta inconfundible que ha de diferenciar aquello que es de calidad de lo mediocre.

La conclusión es clara: seguir buscando, seguir leyendo, seguir trabajando y por encima de todo, seguir profundizando en las reflexiones que te hacen autocuestionarte cosas que no te habías planteado, como en una entrevista, con preguntas a bocajarro, que algunas veces, de puro ingenuas, provocan que te devanes la sesera para contestar algo coherente con tu propia forma de ver las cosas, o cuando se comparte un café, o dos, con aquellos que están igual de condenados que tú, a la cadena perpetua de las letras. Y que dure.




1 comentario:

Unknown dijo...

Hola Charo,

Mil gracias por tu reflexión por la parte que nos toca. Para nosotros fue un placer entrevistarte. Y al hilo de lo que dices todos los que amamos la poesía y la ejercemos buscamos definitivamente esa voz propia, ese camino complicado hasta encontrar el verdadero sentido del poema y del poeta que queremos llegar a ser.