Sufren los poetas un extraño mal
de la sangre y las entrañas.
Un dolor ancestral
sin alivio posible.
Los poetas que lo son
traen desde el nacimiento
marcas de antiguos llantos en los ojos,
cicatrices de mil guerras soñadas,
y exóticos pájaros del amor,
aquellos que anidan entre las manos
y con sus picos horadan el sólido
refugio del hogar.
Los poetas que lo son
saben buscar el bálsamo
que rezuman las palabras exactas,
para curar las heridas del tiempo
y la angustia por lo que no comprenden.
Los poetas que lo son
no fueron elegidos
por fuerzas de otros mundos
ni son los descendientes de los dioses.
Simplemente aprendieron a mirar.
© Rosario Troncoso
3 comentarios:
Por todo ello ser poeta es tan dificil. Un abrazo.
¡Y es tan maravilloso escribir!
¡Y tan frustrante no encontrar las palabras!
Precioso poema, y certero a más no poder. Dices y dices más que bien, Charo.
Un besazo
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