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22 de junio de 2011

La auténtica poesía

Poco a poco me voy desperezando, y sacudiéndome los restos del sueño, ni bueno ni malo, ni pesadilla ni todo lo contrario. Simplemente me tocó parir, como viene ocurriendo desde que el mundo es mundo y la mujer es mujer y decidió ser madre .


Ahora sé qué significa eso de amar desde las entrañas, justo desde el núcleo del dolor y del amor.


Ahora sé cual es la verdadera dimensión de la alegría, de la ilusión, del llanto, del miedo, de la incertidumbre más atroz.


He experimentado en las carnes aquello de ser única y común, el frío más intenso y la soledad más íntima, la del auténtico origen de la sangre y los huesos.


Y sigo regodéandome en el milagro, aún a riesgo de pecar por exageración.


De momento, he cambiado la literatura escrita, el oficio, el aplauso hipercalórico, los proyectos más o menos absurdos que me comen el tiempo y el espíritu (los proyectos que merecen la pena sabrán esperar) por la borrachera, el empacho a conciencia de estar mirándola durante horas, maravillándome al observar los deditos de sus pies minúsculos, sorprendiéndome cada día con una sonrisa nueva, o fabulando historias para ella. Se me escapan las semanas simplemente a la vera de su cuna, velando sus noches...


Esto es para mí la auténtica poesía.

5 comentarios:

veronica pedemonte dijo...

No hay poesía como la vida. A veces hay vida como la poesía...

manuel rubiales dijo...

Y la vida, tan sobrecogedora, siempre nos guarda alguna sorpresa entre esos deditos ingrávidos

don fernando dijo...

La vida es poesía al mirar a una niña, ésta es vida que se torna en poesía. Un abrazo.

paco velazquez dijo...

Es indescriptible, hay tanta belleza interior y exterior que mcuhas veces da miedo de cómo se puede sentir tanto amor.

Anónimo dijo...

Conducir la palabra, o la vida, con nuestras sencillas manos, son dos modos distintos de escritura, en cada uno de ellos deletreamos amor.

Dolors