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29 de septiembre de 2009

Experiencias: lectura poética en Puerto III

Nota: para preservar la intimidad de los internos e internas, he decidido eliminar las fotografías en las que ellos aparecen, aunque sean preciosas, aunque lo más bonito sea la expresión de sus caras.


El pasado 3o de julio tuve la suerte de vivir una experiencia muy especial: fui invitada a leer mis poemas para los internos del centro penitenciario Puerto III.

Admitamos que cuando se piensa en un centro penitenciario, se tiende a visualizarlo como un recinto tenebroso, hostil, aterrador y precisamente son los miedos y prejuicios los que distorsionan la realidad la mayoría de las veces.

Y sí, es cierto que entrar en una cárcel, con todas las letras, impresiona y mucho. Pero no son los muros de una prisión los que asustan. Lo que realmente sugestiona es reflexionar que los que están allí, a pesar de las diversas circunstancias, más o menos justas que los han llevado a esa situación, están privados de la libertad, privilegio que los que estamos fuera disfrutamos sin darle la más mínima importancia, como los pequeños gestos cotidianos que conforman nuestra vida salir y entrar a donde nos plazca, abrazar a nuestra gente querida en cualquier momento sin tener que esperar horario de visita, tener absoluto control de nuestro tiempo....

En esa vorágine de pensamientos me sumergí justo antes de entrar en una de las aulas del centro, destinada a talleres literarios y culturales de diversa índole.

Pero fue justo al entrar y notar sobre mí todas aquellas miradas impacientes a la par que resignadas, cuando noté como me abrazaba una paz profunda y reconfortante.
Más que nunca, en toda mi vida, cobraron sentido mis palabras, y más que regalar yo mis versos, recibí de ellos un mar de ternura y gratitud.

Es gratificante comprobar como una racimo de palabras, unas más azarosas que otras, pueden provocar tantas emociones y sensaciones encontradas, pueden hacer olvidar por un rato el desasosiego, las tribulaciones,...

Uno de los internos me regaló un toque de guitarra maravilloso que acompañó mi voz. Y las notas que le arrancó a las cuerdas, superaron con creces todos los versos pretenciosos.

Me llovieron preguntas acerca de mi inspiración, sobre cuál es el motivo que me empuja a escribir.
Contesté como pude, porque ¿qué tengo yo que decir, qué puede aportar una aprendiz de poeta, recién nacida entre algodones, a quienes han vivido tanto?
Al terminar la lectura, y retirarme, supe que ya no sería la misma, y que mis expectativas han cambiado, o mejor dicho, han vuelto a la pureza de los orígenes: a escribir para sentir, y para hacer sentir. Que mis palabras humildes le sirvan a alguien.
Gracias Teresa, Nuria, Jesús. Gracias amigos de Puerto III.
Nos vemos pronto.



6 comentarios:

don fernando dijo...

En las cárceles no hay libertad física pero cada cual es libre de pensar, de imaginar, de ilusionarse, de evadirse....
Un abrazo poeta.

ANTONIO SERRANO CUETO dijo...

Chapeau!

Anónimo dijo...

El año pasado estuve dando clases durante todo el verano a los internos de Puerto III... Supongo que debe ser por eso por lo que no he podido evitar un tremendo escalofrio al leerte... Conserva tus impresiones y guardalas como un tesoro. Las experiencias nos hacen crecer y valorar las cosas que en determinados momentos pueden pasar desapercibidas... Estoy deseando nuevamente leer tus poemas.
Un beso enorme chati!!
Cristina Arca.

Rosario Troncoso dijo...

Cierto don fernando, el pensamiento no entiende de rejas... otro abrazo para ti!!
Antonio, gracias por tus palabras. Eres genial y siempre me reconforta saber que visitas mi ático, al cual siempre eres bienvenido. Un besazo.
¡Hola Cris!!!!! Me encanta verte por aquí!!! Ya era hora de contar también contigo en mi rinconcito virtual. Ya sabes, entra, siéntate, ponte cómoda y échate un vodkita caramelo.
Mil besos amigos!

María Dolores dijo...

Pues chica, yo te he oído un par de veces recitar, me he quedado con algo de lo que transmites, por supuesto que sí, pero lo que has escrito aquí me ha parecido la mejor de tus poesías aunque no sea en verso. Sé que esta experiencia te ha marcado, ¿Cómo no?. Seguro que cuando repose tu impresión te surgiran versos que formaran poemas entrañables y muy necesarios.

Un saludo.

Anónimo dijo...

To be a adroit human being is to procure a kind of openness to the far-out, an gift to group unsure things beyond your own manage, that can front you to be shattered in unequivocally outermost circumstances as which you were not to blame. That says something exceedingly important relating to the get of the ethical passion: that it is based on a trust in the unpredictable and on a willingness to be exposed; it's based on being more like a plant than like a jewel, something fairly fragile, but whose extremely particular attractiveness is inseparable from that fragility.