Teníamos el verano recién nacido entre los brazos, en el justo momento antes de hervir, antes de que la fiebre nos derritiera la voluntad.
Era una tarde de furioso levante pugnando por arrastrarnos con él a los confines de alguna duna perdida, y era julio, con su esperanza estival recién estrenada.
Concretamente un lunes, el primero del mes. El momento perfecto para abrirle las puertas a la poesía sólo a aquellos que desean entrar a refugiarse del sol, para retener en la retina la luna entera, y así empaparse de arte fresco, en plena racha prosaica y mundialista.
Y allí nos congregamos en torno a la más delicada flor, el Loto, hecho deseo de origami, de esencia transmutada en verso puro y limpio, cadencia, rítmico pulso, como aislar los latidos del mundo de todos los ruidos posibles.
Llámennos locos, bohemios, o simplemente seres a medio llenar, en busca de las proteínas necesarias para alimentar la vida.
El entorno único: La Princesa y el Guisante. Un hotel de cuento de hadas que existe, y está en Conil.
Todos, para arropar a Víctor Alija y su poesía. Para que nos arropen sus versos.
Para dejarnos acariciar la piel con las hojas de su Loto, su último libro de poemas, como un oasis al que llegar, cuando se huye de todo lo que asusta, de todo lo que nos deja el alma convulsa y malherida.
Loto, para sumergir las manos y los pies, confusos y cansados, buscando el vergel en el que hacer surgir sueños para que germinen.
Alguien dijo que lo suyo era un "suicidio", una locura el aferrarse a su creencia, a su esperanza de crear, de levantar realidades a pulso.
Alguien dijo que se arriesgaba a caer en el abismo del fracaso.
Pero contra todo pronóstico, ante la crispación, Víctor Alija Castro, resurge fortalecido, y nos ofrece serenidad. Se ofrece todo él, para hacernos partícipes de su aprendizaje, ya sabiduría.
En cada hoja de Loto nos transmite la esencia, la ley de leyes, el formar parte de un todo, para encontrar el equilibrio, más allá de la egolatría y el individualismo más feroz.
Víctor es aglutinante, hacedor de sueños, arquitecto de esperanzas, dador de luz, porque la luz viene dada cuando se aprende a pedir, humildemente, que ilumine nuestros pasos.
Por eso Loto es un libro tan especial, en el que un visionario joven, descubridor de mundos antiguos, interiores, nos los descubre, traduciéndonos el lenguaje del universo, de su propio universo, al que todos estamos convidados, del que todos formamos parte.
Y además, Víctor es mi amigo personal, y es un orgullo y un honor para mi presentar su pequeño milagro en Cádiz, su tierra, y acompañarle un poco en este camino, a veces sórdido, que es el de hacerse comprender, el de llegar, el de seguir escribiendo...
Conozcan a este joven escritor, a este joven poeta, a este temerario y genial editor. No dejará a nadie indiferente.
Víctor es capaz de contagiar de su entusiasmo a quien se acerca con las intenciones limpias, y comparte su energía, la que lo mueve como motor de proyectos ilusionantes, de aparentes espejismos que se deshacen en el aire de este inventario de promesas cumplidas que él nos ofrece y nos regala.
"Adelante,
pasa,
he transformado
este pedazo de suelo
en el jardín
-ansiado-
que tanto esperabas"
© Victor Alija Castro
(2009, CVA Ediciones)
3 comentarios:
Precioso texto, Rosario. Y foto, un vestido muy apropiado con su estampado oriental.
Los breves versos de Alija que ofreces como muestra me encantaron y me hacen rememorar la encantadora película de Agnieszka Holland, The Secret Garden, basada en el libro, del mismo nombre, de la escritora de origen británico Frances Hodgson Burnett.
Allí donde hay un fragmento que transformar siempre puede ocurrir el milagro...
``Llámennos locos, bohemios, o simplemente seres a medio llenar, en busca de las proteínas necesarias para alimentar la vida.´´
Esta frase me ha pillado desprevenido y ha calado hondo sin pedirme permiso.
Anda que resulta que ya era seguidora tuya jejejeje si ya te digo que tengo la cabeza jejeje me está encantando todo lo que leo, seguiré que hay pa rato...
Un beso
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