Volver a respirarte,
perfume repentino
de arcilla primigenia
a la que hoy regreso.
Porque soy de barro bajo tu peso,
blanda materia, dúctil y sumisa.
Es obvio, para la virtud es tarde.
Con sólo oler tu sombra entre la gente
me hago aún más redonda:
se me abren las caderas.
Hoy soy río, y son mis venas navegables.
Es instinto latiendo en las muñecas.
Hirviente desazón
en el vientre y las raíces.
Es el pecho inundado de certeza,
las manos anegadas
de súbitas caricias torrenciales.
Es el ansia desbordando los cauces.
Preparo el nido, te guardo los besos
más nutritivos, mi ternura líquida.
Tuya , mi voluntad transparente, de agua.
Llegas, desemboco en tu amor por fin.
diluyes mis márgenes en tu piel
desafías a la razón,
y a su lógica densidad de aceite.
Aleación perfecta, el origen, vida.
Es el justo equilibrio.
La mirada de Dios en cada célula.
Es instinto latiendo en las muñecas.
Hirviente desazón
en el vientre y las raíces.
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