M. es un dinosaurio.
Un tiranosaurio en concreto, no demasiado feroz. Le faltan dientes y la mitad de un ojo. No hay presupuesto para repararlo.
M. debe rugir a través de un micrófono, desde dentro de la barriga de una carroza con escamas.
Ya fue un dinosaurio antes. El mismo día el año pasado.
Persiguió gente. Incluso rugió un poco en la zona de los libros...
En un portafolios M. lleva papeles con muchos sellos: ingeniero superior, experto, muy "ducho" en la materia, para que conste y surta los efectos oportunos.
A veces abre el portafolios y ruge sin disfraz, ante el espejo.
Todos los disfraces son para esconderse. Pronto será Papá Noel. Al menos así no asustará tanto a los niños. Hoy es un dinosaurio.
Debe ser feliz, y le agradece a R. los gritos y los días agrios.
R. no tiene portafolios: tiene un BMW, y muchos dinosaurios tristes en la pecera.
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