Antes era el folio en blanco.
Ahora es el documento vacío de word abierto por tu buena volundad y disposición a escribir, el que parece golpearte con miradas de recelo y desconfianza, cada vez más irónicas. Hay días (con sus noches) en que me parecen casi terroríficas.
Las ideas se agolpan, colapsando la salida, y licúan la intención de dejarse volcar en forma de poema, artículo a modo de entrada para un blog tal como este, comienzo o final de algún cuento o algún proyecto por definir...
Son esas rachas en las que una se plantea si se ha equivocado al elegir un camino, en vez de tomar justo el sentido contrario.
Son etapas difíciles de toda persona, que en los que nos consideramos escritores, o al menos luchas por serlo, se materializan en una sequía obstinada, que se niega a abandonarte. Y si de pronto, llueve, te pilla casi siempre en el coche en una carretera donde te juegas la vida si te paras en un arcén a apuntar eso que te viene a atravesar las neuronas como un relámpago, luminoso y fugaz, o quizás son imágenes perfectas que te empujan a salir de la cama, cuando ya tienes el edredón hasta las orejas y, qué casualidad, es la noche más fría de todo el invierno...
Así de caprichosas, o crueles, son las musas.
Supongo que la muerte debe ser como un vacío oceánico, como un desierto sin dunas en las que poder enterrar algún que otro recuerdo de agua. La muerte que más temo, es el no tener nada que decir, o sentir que nada de lo que se diga, de lo que ni que yo ni nadie escriba, tenga ni la más mínima importancia para nadie.
El abismo ha de ser eso, ciertamente.
Por eso es una misión vital huir de la guadaña de la indiferencia y el pasotismo que a veces se nos antoja cómodo y apetecible.
Y aquí estoy de nuevo, encaramada al ático, para no morirme del todo.
Ahora es el documento vacío de word abierto por tu buena volundad y disposición a escribir, el que parece golpearte con miradas de recelo y desconfianza, cada vez más irónicas. Hay días (con sus noches) en que me parecen casi terroríficas.
Las ideas se agolpan, colapsando la salida, y licúan la intención de dejarse volcar en forma de poema, artículo a modo de entrada para un blog tal como este, comienzo o final de algún cuento o algún proyecto por definir...
Son esas rachas en las que una se plantea si se ha equivocado al elegir un camino, en vez de tomar justo el sentido contrario.
Son etapas difíciles de toda persona, que en los que nos consideramos escritores, o al menos luchas por serlo, se materializan en una sequía obstinada, que se niega a abandonarte. Y si de pronto, llueve, te pilla casi siempre en el coche en una carretera donde te juegas la vida si te paras en un arcén a apuntar eso que te viene a atravesar las neuronas como un relámpago, luminoso y fugaz, o quizás son imágenes perfectas que te empujan a salir de la cama, cuando ya tienes el edredón hasta las orejas y, qué casualidad, es la noche más fría de todo el invierno...
Así de caprichosas, o crueles, son las musas.
Supongo que la muerte debe ser como un vacío oceánico, como un desierto sin dunas en las que poder enterrar algún que otro recuerdo de agua. La muerte que más temo, es el no tener nada que decir, o sentir que nada de lo que se diga, de lo que ni que yo ni nadie escriba, tenga ni la más mínima importancia para nadie.
El abismo ha de ser eso, ciertamente.
Por eso es una misión vital huir de la guadaña de la indiferencia y el pasotismo que a veces se nos antoja cómodo y apetecible.
Y aquí estoy de nuevo, encaramada al ático, para no morirme del todo.
7 comentarios:
Me encanta lo que has escrito.
Hola Charo. Estoy totalmente en sintonía contigo..... esa es la inspiración, caprichosa y cruel a veces y dulce como la miel en otras ocasiones. A veces nos busca y a veces la buscamos. Y a veces huimos de ella para no sufrir, para entrar en lo que yo llamo "parada bio-poética". Un saludo
Hermosa manera, querida Charo, de expresar lo complicado que resulta el oficio de escribir, cuando uno no sabe el camino que tomar y se vive en una encrucijada hasta que se encuentra la luz. De estos periodos siempre se termina saliendo hasta encontrar el fruto que creíamos imposible. Un beso, Luis.
Hola cielo,
la pérdida y el reencuentro de las musas es la maldición de todo escritor o poeta.
Hay que dejar que vengan a tí , como un amante enamorado que te promete deleites de sensualidad, sin prisa, sabiendo que se dormirán sobre tu alma abriendo tu mente y tu inspiración.
El ansia de escribir es un delicioso veneno que devora nuestra sangre.
Pero no hay veneno más dulce...
un beso chata, a ver si quedamos una tarde.
Gracias Angus!! Por cierto, genial tu blog, me encanta también. Te comentaré, te comentaré.
Un saludo!
¿Qué tal Virtudes?
¿Cómo estás compañera?
Me alegra verte por aquí! y a ver si coincidimos en alguna cosilla, ¿no?
Un beso enorme, y lo de la "parada bio-poética" genial...muy acertado.
Hola Charo, me alegro que te guste lo de parada bio-poética.
Que tengo muchas ganas de que coincidamos en algún evento...... Me paso mucho por aquí ultimamente. Ya sabes que yo estoy en el garito del verso no??
Bueno a ver si podemos charlar un día de estos que tengo ganas.
un besazo enorme para ti también.
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