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15 de octubre de 2010

Mi profesión vale la pena: estos milagros lo demuestran

Lejos de hacer un ejercicio de egocentrismo en estado puro, nada más lejos de mis intenciones, no me puedo resistIr a publicar aquí en mi humilde rincón personal, uno de los regalos más bellos, el más de todos, probablemente, que me han hecho jamás.
Hace unos años, fuí la profesora de unos chicos de 3º de ESO, en un IES de El Puerto de Santa María.
Fue un curso complicado, que conseguimos sacar a flote los compañeros y yo, y lo que es más importante, logramos insuflarles el ánimo suficiente para seguir, para luchar, para ser mejores personas.
Había materia prima, y he aquí la muestra. Por eso, pese a lo difícil y descorazonador a veces que es ser profesora de secundaria ya que significa enfrentarse a una edad muy dura, la adolescencia y sus conflictos, merece la pena sufrir, merece la pena intentar enseñar, y es uno de los trabajos más preciosos que existen, a pesar de todo.
Uno de esos chicos de aquel año, ya está en Bachillerato, y es todo un hombre, un hombre de letras, un humanista en potencia, un diletante maravilloso (y él aún no es consciente de ello).
Un escritor maravilloso, aún por pulir, pero con muchas ganas de aprender. Puro de corazón, esperanzado, lleno de fe, valioso precisamente por ello, porque cree en lo que hace, y su pasión lo hace grande, muy grande, superando a muchos premios de índole nacional, pese a que a veces se le escape algún error ortográfico sin querer...
Francisco Raposo es un poeta, un artista completo, y el tiempo juega a su favor.
Me enorgullece que él, igual que otros chicos y chicas, crecen con parte de mi ilusión en el corazón, y el haber contribuído en parte a su crecimiento me hace lograr la felicidad completa, y el seguir creyendo en esta vocación que tantas veces amenaza con abandonarme.
Hoy mismo, en mi correo electrónico me he encontrado con esta maravilla:


Gracias.

Nos enseñaste
como leer el mundo,
y a escribirlo,
apartando los hilos.
Traspasaste libros,
saltando pupitres,
apartando polvo de tiza
hasta dar con nosotros.
Aprendimos
a ``huir de los domingos ´´
haciéndonos cómplices
de tus delirios,
eliminando etiquetas
suprimiendo prejuicios.

Francisco Raposo

No, Fran, en una cosa te equivocas: GRACIAS A TI.

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