Ya no puedo ser hippie. Ya no me sale.
Aunque lo intente y me tatúe el Faro de Trafalgar en la frente.
Tengo una hipoteca, una hija, me casé por lo civil y me llaman "señora" en el Mercadona.
No tengo bicicleta, ni separo ya la basura, ni me privo de la carne.
Soy funcionaria, y me he aburguesado irremediablemente, aunque algunos meses esté en números rojos.
Yo quería, de mayor, ser alternativa, más ecologista y mejor persona.
Pero ya es tarde.
En verano sí que me lo creo un poco, y ando con colegas muy anarquistas, y me pongo bombachos, pañuelos en el pelo y me hago la henna en las manos y el ombligo.
Pero llega el invierno, y me siento clasicona.
Qué le vamos a hacer.
A estas edades, y aún buscando tribu...
2 comentarios:
Me gusta mucho el tono de estas últimas entradas tuyas. Son amenas, sinceras e inteligentes. Creo que haces muy bien en expresarte en este medio, que es mucho más sosegado y enriquecedor que otros de nuestra pegajosa sociedad informática. Besos.
Muchas gracias José Manuel. Viniendo de ti, admirado amigo, me reconforta mucho. Besos para ti también. :-)
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