Hoy, un día cualquiera aunque digan que más mujer que otros, no se me ocurre nada mejor que recoger y regalar a mis amigos (y amigas), este poema que apareció en mi libro El Eje Imaginario (EEH, Sevilla 2012).
Ser mujer, y en mi caso, madre, es ser persona. Lo cotidiano y humano, siempre diferente y especial.
Dulce torbellino bajo la piel
Para Helena
mis senos ribeteados
de senderos azules.
Los afluentes sanguíneos,
la esperanza turgente,
el dulce torbellino
debajo de la piel.
Llegarás con las aguas
a romperme de gozo,
a fraguarme en la sangre
todo lo que es distinto:
de mi nombre a mis pasos
entre luces y sombras
en los bordes de mi existencia.
Y solo entonces se abrirán mis huesos.
Rezumarán las grietas de mi vida
necesario alimento
para que puedan heredar tus labios
las llaves de la tierra.
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