Domesticada
Nos
pasamos la tarde entera
ordenando
el armario.
Planché
tus pantalones
y
guardé tus camisas.
Tú
doblabas tan minuciosamente
cada
prenda de lencería,
que
quise ser de encaje
de
seda, de algodón.
Un
segundo en tus dedos
centrados
en mis pliegues
jugando
con mis formas
adaptando
el tamaño
de
mi cuerpo al hueco
para
mí en el cajón.
Acabamos
las tareas.
me
puse con la cena.
Seguirá
su curso habitual la noche.
Y
volveremos a hacer el amor,
quizás
alguna vez,
de
vez en cuando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario